“El futuro se produce hoy”, por Martín Rappallini, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA)
Saludo:
Buenas tardes a todos los participantes. En especial a las autoridades nacionales y provinciales presentes, a los legisladores, autoridades del G6, dirigentes sindicales y a todos los industriales que nos acompañan.
Intro:
A lo largo de este año, desde la Unión Industrial Argentina, visitamos más de doce provincias, recorrimos parques industriales, estuvimos en fábricas grandes, medianas y pequeñas, compartimos horas de trabajo con empresarios, trabajadores y con gobernadores.
Cada charla, cada historia, cada planta y cada empresa nos dejan un mismo mensaje: Es imposible imaginar una Argentina federal y en expansión sin una industria que se desarrolle y crezca fuerte a lo largo y ancho del país.
Cuando una fábrica se enciende, se enciende una comunidad entera. Cada planta industrial es el corazón de un ecosistema que multiplica riqueza, conocimiento y oportunidades en rincones muy lejanos a las grandes ciudades.
La industria como motor del desarrollo nacional
En estas recorridas pudimos ver que la Argentina tiene una alta capacidad productiva, con una estructura industrial competitiva y profundamente federal. Con gran potencial de crecimiento.
La agroindustria que transforma el trabajo del campo en alimentos, biotecnología y energía.
La industria metalmecánica y siderúrgica, presente en todas las cadenas de valor.
La industria petroquímica que parte de una ventaja natural decisiva de contar con gas y petróleo a precios competitivos.
La industria automotriz y autopartista que innova, agrega valor y exporta al mundo..
La forestoindustria, desde el papel hasta el mueble.
La industria de la moda textil, del calzado, siempre a la vanguardia por su diseño.
Los materiales de construcción que acompañan cada etapa del desarrollo nacional.
El sector farmacéutico líder en Argentina y en todo Sudamérica.
El sector del software y la economía del conocimiento que representan la nueva frontera de la industria argentina, integrando tecnología, creatividad y trabajo calificado.
Y por último, la energía y la minería: dos sectores claves, capaces de traccionar al entramado industrial Pyme.
Todos estos sectores tienen un gran potencial de crecimiento. La industria tradicional tiene futuro.
Y hay algo que es esencial: la riqueza de una nación no depende sólo de sus recursos naturales, sino de la capacidad de sus empresas y trabajadores para transformar materias primas en productos, generar servicios, conocimiento y valor agregado. La competitividad es la base de la sustentabilidad. Y esta es la verdadera fuente de riqueza.
Una sociedad que exige calidad y precios globales
Hoy la sociedad argentina nos plantea un desafío claro: quiere acceder a productos de calidad global y a precios globales.
Es una demanda legítima, que expresa la aspiración de vivir en un país eficiente, competitivo e integrado al mundo.
Esa demanda nos interpela a todos: empresarios, trabajadores y Estado. Tenemos que trabajar juntos en el costo argentino.
Y para ofrecer lo que la sociedad nos pide, desde la UIA proponemos un nuevo Contrato Productivo.
¿Que es el Nuevo Contrato Productivo?
Es una visión compartida del desarrollo argentino, un acuerdo de compromiso entre todos los que creemos que el país necesita una nueva etapa basada en la producción, la eficiencia y la competitividad.
Parte de una convicción profunda: la Argentina tiene vocación industrial, y su mayor ventaja competitiva está en su gente, su conocimiento y su capital empresario.
El industrial argentino ha demostrado, una y otra vez, que frente a las dificultades no se retira: se transforma y sigue invirtiendo.
Por eso este nuevo contrato es un llamado a la acción.
No pedimos privilegios; pedimos igualdad de condiciones para competir. Pedimos nivelar la cancha, pedimos que nos saquen la mochila de piedras.
No nos vamos a cansar de repetirlo. Somos transables, competimos con el mundo, y queremos hacerlo con las mismas herramientas que tienen las industrias de otros países.
Queremos mostrar quienes somos
Los cinco vectores de la competitividad
El nuevo contrato productivo se traduce en una agenda concreta, basada en cinco grandes vectores de competitividad, pilares para construir una economía moderna, productiva y sostenible. Necesitamos:
1. Financiamiento productivo: un sistema financiero que deje atrás la especulación y se oriente al desarrollo. El crédito debe ser el combustible de la inversión, la innovación y el empleo.
2. Reforma impositiva: un sistema que premie la producción y la formalidad, y no castigue al que invierte o genera empleo. Necesitamos impuestos simples, previsibles y federales, que brinden competitividad.
3. Modernización laboral: no para retroceder en derechos, sino para darle futuro al trabajo. Un sistema que proteja al trabajador y al mismo tiempo incentive la productividad, la capacitación y la formalización.
4. Educación técnica y formación profesional: la educación es la infraestructura del conocimiento. Necesitamos jóvenes preparados para la industria del futuro, con competencias tecnológicas, digitales y productivas.
5. Infraestructura y energía: sin logística moderna ni energía competitiva, ningún país puede desarrollarse. La inversión en caminos, trenes, puertos, conectividad y energía es la base para integrar territorios y reducir costos.
Por eso, desde la UIA y junto al Consejo de Mayo, trabajamos con la que entendemos es la agenda indispensable y esencial para el 2026: bajar el costo argentino y garantizar la competitividad que impulsará el desarrollo.
En este sentido, los proyectos de reforma impositiva y laboral que requiere la Argentina del siglo XXI son claves y urgentes.
Reformas que no son ideológicas, sino instrumentales para una economía que necesita recuperarse y empezar a crecer.
La transición económica
La Argentina atraviesa una transición profunda.
El orden macroeconómico, la reducción de la inflación y la recuperación del equilibrio fiscal son grandes avances. Pero también sabemos que el proceso de normalización tiene costos.
La industria siente el impacto: caída de la actividad, altas tasas de interés, nuevos precios relativos. Muchas empresas están resistiendo, adaptándose a una economía que cambia su lógica.
Porque el industrial argentino quiere ser parte de un país normal, integrado y competitivo.
Por eso insistimos: la apertura al mundo solo será sostenible si antes igualamos las condiciones para competir. No se trata de cerrarse, sino de construir competitividad sistémica.
Que las reformas avancen al mismo ritmo que la apertura, para que la estabilización macroeconómica se transforme en crecimiento productivo y social.
El contexto internacional y el desafío de China
Atravesamos una etapa de reconfiguración global, donde se reordenan las cadenas de valor y resurgen las políticas industriales en todos los continentes.
China ya representa más del 50% de la producción industrial mundial. Y su estrategia no se limita a exportar productos: busca reemplazar las cadenas de valor de otros países, incluso en sectores estratégicos.
Su modelo combina subsidios encubiertos, costos laborales muy bajos y prácticas de dumping que distorsionan los mercados internacionales.
Frente a esto, Estados Unidos, Europa y Brasil están respondiendo con políticas que defienden su producción local. No se trata de proteccionismo, sino de defender la competencia leal y los estándares de calidad.
La Argentina no puede ser indiferente a esta realidad. Debe potenciar sus cadenas industriales frente a las prácticas desleales.
Porque defender la industria es defender el futuro del país.
Cierre – La fe industrial
Para finalizar me gustaría decir que cada fábrica que se crea, que invierte, que contrata, que exporta, es un acto de fe (y todos ustedes lo saben muy bien). Un acto de fe donde el empresario pone todo. Fe en el país. Fe en la gente. Fe en que vale la pena quedarse y producir.
Tenemos talento, tenemos tecnología, tenemos una historia de trabajo que nos respalda.
Solo falta que la Argentina genere los consensos, a través del diálogo —herramienta esencial para construir políticas sostenibles y superar las diferencias—, y que todos trabajemos para ser cada día más competitivos, más productivos y para que nuestros productos sean los mejores del mundo.
Este es nuestro momento histórico. No para ser espectadores, sino para asumir el protagonismo del desarrollo argentino. No para pedir permiso, sino para marcar el rumbo.
Desde la UIA reafirmamos nuestro compromiso de representar a todos los sectores y todas las regiones del país, presente en cada cadena, en cada provincia y en cada desafío productivo.
Como Presidente, junto a todas las autoridades que me acompañan, vamos a trabajar con fuerza para profundizar el diálogo, potenciar a los jóvenes y mantener siempre la mirada PYME en todas las propuestas que llevemos adelante. Las PYMES son el corazón de nuestras comunidades.
Entre todos, debemos conformar una Unión Industrial que escuche, que proponga, que innove y que convoque a las nuevas generaciones a ser protagonistas del desarrollo argentino. Una UIA abierta, federal y comprometida, que trabaje todos los días por una industria moderna, inclusiva, sustentable y competitiva.
Porque producir no es solo una actividad: es una forma de creer en la Argentina. Y nosotros creemos.
Muchas gracias.
