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Unión Argentina de Aerosolistas

El Aerosol

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Historia del Aerosol

Su historia es breve. En 1923 apareció la primera patente de aerosoles: la Societé Chimique des Usines de du Rhóne registró “un recipiente metálico para conservar y proyectar, a presión, líquidos perfumados, que contiene cloruro de etilo u otro líquido propulsor mezclado con los perfumes".

En 1927, un noruego, M. Eric Rotheim, patentó un dispositivo para aerosol de concepción idéntica a la actual- Esta se ajustaba a los siguientes principios: 1) el propulsor debe ser simultáneamente disolvente y generador de presión y 2) la pulverización debe conseguirse por lo simple presión del dedo sobre el dispositivo, quedando éste, luego, herméticamente cerrado para permitir sucesivos operaciones.

En 1931, Rotheim cedió sus patentes a los industriales estadounidenses Goodhu y Sullivan que, sin embargo, hasta 1942 no lanzaron comercialmente el invento. La primera unidad aerosol consistía en un recipiente con insecticida líquido en el que la presión era suministrada por un gas licuado, el biclorobifluormetano. Este fue extraordinariamente útil para las tropas estadounidenses del lejano Oriente. Así nace la Industria del Aerosol en su forma actual.

Desde entonces hasta hoy, su desarrollo ha sido asombroso. Su empleo no se limita sólo a los insecticidas sino que comprende cualquier producto finamente pulverizado. Ya  la producción mundial en 1962 alcanzaba unos 1.500 millones de unidades, de las cuales 9OO se fabricaban en Estados Unidos, mientras que unos 4OO aerosoles se manufacturaban en Europa. A partir de allí, la fabricación aumentó a un ritmo del 15/18% anual.

Argentina es, actualmente, un país líder a nivel mundial en materia de aerosoles tanto en calidad, cantidad como uso per cápita del producto. 

Su historia particular con el aerosol se inició a principios de la década de 1960. Su acelerada evolución se debió a la producción en calidad y cantidad de elementos críticos como los envases sometidos a presión y las válvulas. Respecto a estas últimas, en la actualidad se dispone de una gran variedad para los más  diversos tipos de productos y tamaño de partículas de cada uno de ellos.

Una innovación muy importante en su época consistió en las válvulas dosificadoras, cuya importancia es fácilmente previsible en medicina: en efecto, al adelanto que ya suponía disponer de una niebla de partículas pequeñísimas capaz de introducirse, por ejemplo, en los más recónditos bronquiolos para el tratamiento de ataques agudos de asma, se sumó la capacidad de dosificar la cantidad adecuada de ciertos fármacos en una situación en la cual un exceso generaría desagradables efectos secundarios y su defecto un tratamiento insuficiente.


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¿Qué es un aerosol?

Un aerosol consiste en un recipiente que encierra en su interior un líquido a presión. En su parte superior dispone de una válvula que, al ser presionada, abre camino al líquido, y éste se pulveriza finamente en la boquilla de la válvula a medida que se proyecta aI exterior.

El agente propulsor suele ser un gas licuado que actúa de forma simultánea como co-disolvente del producto. Esto quiere decir que el producto activo, por ejemplo, el insecticida, está disuelto parcialmente en un disolvente orgánico y parcialmente  en el gas licuado. Por ello, al ponerse en contacto con la atmósfera, el co-disolvente se evapora al instante y se convierte, en definitiva, en una nube de pequeñísimas particulas “que no empaña los espejos”. 

El tamaño de partícula que se consigue con los aerosoles es tan reducido (0,1 - 50 micrones) que la niebla permanece suspendida en el ambiente durante bastante tiempo y penetra por cualquier rincón inaccesible para otro tipo de aplicaciones.

La composición de un aerosol varía enormemente de un 5% o menos hasta un 1OO% de gas propulsor (en este último caso el gas propulsor es la materia activa), comprimido y/o licuado, y de un cero hasta poco menos de 100% de disolución concentrada del principio activo que se desea expeler.

Usos cotidianos

Hoy en día las aplicaciones de productos en forma de aerosol se han generalizado espectacularmente. Es una técnica moderna, limpia, práctica, sencilla y eficaz, muy en consonancia con los tiempos actuales.


En la actualidad, la técnica de aerosol se utiliza para aplicar los siguientes productos:

insecticidas, germicidas y domisonitorios;

productos cosméticos y de perfumería;

productos farmacéuticos;

pinturas y barnices;

productos industriales diversos (limpiadores de motores, lubricantes, etc.);

productos alimenticios (especias, aromatizantes, colorantes, etc.);

productos veterinarios;

productos diversos (limpia metales, pomadas para zapatos, abrillantadores de cuero y muebles, etc.). 

Pero ya no solo se aplican líquidos. El progreso ha sido tal que hoy existen aerosoles para para polvos (propulsores de talco y medicinales, por ejemplo) y para cremas (jabón de afeitar, cremas de belleza, alimentos, espumas de poliuretano, etc.).

Las ventajas del aerosol son claras:
comodidad

economía

rapidez

limpieza

distribución eficaz