Un hombre con historia
Un hombre con historia

El pasado 29 de enero falleció un hombre fundamental para la Industria del Aerosol en Argentina. Sulim Granovsky, ex presidente y director ejecutivo de la Cámara Argentina del Aerosol (CADEA) se despidió a los 99 años de edad.

Granovsky fue, ante todo, una persona multifacética. No solo se convirtió, por su trayectoria, en un referente de la actividad aerosolista y gremial empresaria sino que, además, tuvo una prolífica carrera como periodista e historiador.

Desde muy joven se vinculó al mundo de las letras, primero como corrector y traductor. Su primer hito fue conseguir la corrección de la primera edición argentina del Diario de Ana Frank, tarea que concluyó junto a su esposa, Eva, durante su luna de miel.

Poco después nació su hijo Martín Enrique, hoy reconocido periodista de Página 12. El nombre de su hijo lo inspiró para elegir el pseudónimo que lo acompañaría a lo largo de su carrera periodística, Enrique Martín. Dentro de ese universo escribió columnas en El Economista, el Mundo y dirigió la revista de comercio exterior Intercambio. Asimismo, junto al politólogo Arturo Sampay, fundó la revista Realidad Económica.

En los últimos años, Granovsky siguió sacándole filo al lápiz, pero esta vez como investigador sobre el genocidio armenio perpetrado por el estado turco entre 1915 y 1923. Dentro de esa temática publicó dos libros: “Los otros genocidios de Hitler” y “El genocidio silenciado”.

Palabras de José Luis Zito, vicepresidente de UADA

Lo conocí Granovsky en la década del 80 cuando era gerente comercial de la ya desaparecida Formametal. El director de la compañía, Norberto Luibitch, lo había mandado a visitarme porque teníamos una afición en común: la motonáutica. A partir de entonces, comenzamos una amistad por la afinidad que teníamos y porque, además, compartíamos el nombre de nuestros hijos. Ambos tenemos una Paula y un Martín.

Nuestra relación podía parecer extraña para quien mire desde afuera. A pesar de tantos años de conocernos, siempre nos manejamos con un respeto tal que nunca llegamos a tutearnos. Con el único que mantenía ese código era conmigo.

En todos esos años que pasaron, más de 40, lo recuerdo como una persona correcta, cumplidora de su palabra y un gran defensor del cliente.

Para concluir estas palabras, me gustaría traer a la memoria una de las tantas anécdotas de las muchas vividas.

Cuando se llevó a cabo el Congreso Latinoamericano del Aerosol en Argentina, CADEA, entonces presidida por Mario Font Guido, tuvo que buscar un sponsor para el evento. Me invitaron, entonces, a participar de una reunión con representantes de Johnson y Unilever para ese fin en el hipódromo de Hurlingham. Allí, Sulim me pidió que sea yo el responsable de solicitar el sponsor ya que era el más caradura de los enviados de la cámara. Fue tanta la insistencia y lo que fuimos aumentando el valor del patrocinio que Sulim debió patearme por debajo de la mesa para pedirme que pare. Cuando estábamos regresando me dijo entre risas: “Usted es un animal, casi perdemos dos socios”. Le respondí: “Déjese de joder, logramos el objetivo”.

Tuve la fortuna de compartir varias cenas con el y su esposa, la adorable Eva. Siempre los vi muy compañeros entre sí. A pesar de su avanzada edad, lograban conservar un humor muy juvenil. Nos divertíamos mucho.

Mi gran amigo, Súlim Granovsky

Por Geno Nardini, para Aerosol la Revista.

A Don Súlim Granovsky lo conocí en Caracas Venezuela en un evento patrocinado por la Organización de las Naciones Unidas en 1989, y en 1999, cuando empecé a visitar Buenos Aires, Argentina, supe que tan afortunado era haberlo conocido pues siempre estuvo dispuesto a apoyarme de todas las formas posibles.

Con el paso del tiempo nuestra amistad creció de tal forma que, durante una década, tiempo en el que viajé muy seguido a ese país, tuve magnificas reuniones con Don Súlim, especialmente cuando cenaba en compañía de él y de su esposa Doña Eva, en el Museo del Jamón. 

Para mí, el evento más importante en 2009 fue tenerlo de visita en mi casa, en México. Su presencia y la de su esposa la honré con música mexicana interpretada por un grupo de Mariachis. Después de su jubilación, el contacto fue menor, pero tuve el honor de asistir a su fiesta de cumpleaños número 90.

El deceso de mi querido amigo Súlim es una gran pérdida para la Industria del Aerosol a nivel mundial.

Descanse en Paz Don Súlim Granovsky.

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