El medioambiente ha perdido uno de sus máximos referentes. El fallecimiento del Dr. José Mario Molina Pasquel Henríquez, mexicano ganador del Premio Nobel de Química en 1995, significa un duro golpe para la ciencia latinoamericana y vuelve a llamar la atención sobre un tema fundamental: la capa de ozono.
Molina Pasquel estudió Ingeniería Química en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y luego continuó especializándose en la Universidad de Friburgo, en Alemania. Para 1968, inició el doctorado en fisicoquímica en la Universidad de Berkeley, California.
En 1974 publicó el trabajo que le dio el lugar de honor que hoy ostenta. Junto a Paul Crutzen y Frank Rowland, pusieron de manifiesto el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de gases industriales llamados clorofluorocarburos. Este fue el puntapié inicial de una serie de investigaciones que terminarían delineando el contenido del Protocolo de Montreal, el primer tratado internacional en materia ambiental a nivel global.
Luego de una extensa carrera académica y en la docencia universitaria, en 2005 fundó el Centro Mario Molina, un ámbito de investigación científica y promoción de políticas públicas donde se llevan a cabo avances en materia energética y medioambiente, especialmente respecto al cambio climático y la calidad del aire.
La partida de Pasquel Henríquez nos ofrece la oportunidad de volver a poner de relieve el tema que atravesó toda su vida: el cuidado de la capa de ozono. Esto ocurre en el momento en que científicos del Servicio Copernicus de Monitoreo de la Atmósfera han demostrado que el agujero de la capa de ozono en la Antártida es el más grande en los últimos 15 años.
Los investigadores determinaron que la energía del Sol a medida que se eleva sobre el polo produce la liberación de átomos de cloro y bromo en el vórtice polar, los cuales destruyen rápidamente las moléculas de ozono, causando la formación del agujero. Sin embargo, a pesar de la alerta, mantienen el optimismo sobre la recuperación lenta de la capa de ozono a partir de la adopción del Protocolo de Montreal en 1987. Para 2060 esperan regresar a los niveles que tenía en 1980.
Estos datos revalorizan, una vez más, el fundamental trabajo del Dr. Mario Molina y nos instan a reforzar nuestro compromiso en la consecución de un desarrollo industrial sustentable.