En la actualidad, los repelentes para mosquitos tienen como componente ineludible para su fabricación el DEET, o N,N-Diethil-m-toluamida. Este nombre que resulta impronunciable puede hacer pensar, a los poco duchos en el tema, que se trata de un producto químico innovador utilizado por la humanidad recientemente. Sin embargo, su origen se encuentra 82 años atrás.
El DEET comenzó a formularse por primera vez como una herramienta para combatir los mosquitos durante la Segunda Guerra Mundial en 1942. Los soldados estadounidenses que participaban del conflicto armado en el frente oriental eran habitualmente picados por diversos insectos que traían consigo enfermedades tales como el paludismo, el dengue, la encefalitis, el tifus, y la filariasis. Así, científicos del ejército de Estados Unidos y miembros del Departamento de Agricultura de dicho país desarrollaron en conjunto este químico revolucionario. Sin embargo, llegaron tarde: la fórmula definitiva se alcanzó en 1946, un año después de la finalización de la guerra.
El producto que hoy todos conocemos y usamos dista mucho del que utilizaron aquellos combatientes. Bruce Dillingham, miembro de la Marina de los Estados Unidos, lo recordó en una entrevista con La Nación: “El producto era tan malo que era casi peor que los mosquitos. Tenía mal sabor, olía mal, quemaba los ojos cuando empezabas a sudar. Duraba pocas horas, a mitad de la noche tenías que despertarte para volver a aplicarte”.
En simultáneo a su uso militar, la famosa empresa DuPont, que durante la década de 1940 estaba investigando compuestos químicos para usos industriales y comerciales, comenzó a interesarse en el DEET. Así emprendió la tarea de desarrollar nuevos productos que contengan este material. De esta manera, DuPont se convirtió en una de las primeras compañías en conseguir licencias para fabricar productos a base de este ingrediente activo, aunque ya hoy no los comercializa.
A pesar de su primera aparición fallida, el DEET tuvo su revancha durante la Guerra de Vietnam. El problema para solucionar era el mismo que en la Segunda Guerra Mundial: los insectos que portaban enfermedades. En este caso, el éxito fue rotundo. Todos los soldados estadounidenses pasaron a tener atado, junto a sus cascos reglamentarios, un frasco de repelente.
Recién habría que esperar hasta 1970 para que el DEET se popularizara pasa uso doméstico. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) lo registró y lo convirtió en la estrella de los repelentes utilizados en la actualidad al ser un producto con una alta efectividad para evitar los mosquitos al mismo tiempo que resulta seguro para el uso humano.