Historia inicios de UADA v2
Historia inicios de UADA v2

La culpa no la tuvo Pedro

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Por José Luis Zito

Introducción

La idea de esta nota surge a partir de los interrogantes que habitualmente recibo acerca de la creación de UADA. Tras nuestra Cena de Fin de Año realizada en el subsuelo del restaurant Malacara, algunos me preguntaron por qué comparaba el lugar en que estábamos con “el sótano”, haciendo referencia a nuestro primer lugar de reunión como aerosolistas. Durante el almuerzo de Fin de Año de la Asociación de Industriales Productores de Artículos de Limpieza Personal, del Hogar y Afines (ALPHA), otros me comentaron su creencia de que la decisión de crear esta institución había sido a partir de un conflicto con el ex presidente de CADEA, Pedro Beramendi. De esta manera, este texto servirá de respuesta a todas esas dudas.

Aclaración: Si bien, a lo largo de esta historia, utili nombres propios, entiendo que todos actuaron de acuerdo con la directiva que le marcaba la empresa a la cual representaban.

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En los primeros meses de 2020 se cumplirán 15 años del inicio de las reuniones de aerosolistas. Todo comenzó cuando, en aquel momento, el director nacional de Gas Licuado de Petróleo (GLP), Carlos Martínez, solicitó un encuentro con las autoridades de la Cámara Argentina del Aerosol (CADEA), entonces presidida por el Sr. Pedro Beramendi, representante de Unilever. En aquel entonces yo no ocupaba ningún cargo en la comisión directiva de dicha entidad.

CADEA le negó la entrevista al funcionario gubernamental. Frente a lo sucedido, el instalador Ing. Elbio Bressan se comunicó conmigo para ponerme al tanto. Inmediatamente le requerí la oportunidad de mantener un encuentro con el director debido a la trascendencia que el GLP tiene para los aerosolistas. Mientras, yo me iba a ocupar de convocar a mis colegas.

De esta forma, se produjo el primer contacto con la Secretaría de Energía de la Nación. Nos reunimos en el subsuelo del Hotel Imperial Palace; estaban presentes 12 aeroslistas -algunos de los cuales no se conocían entre ellos- y el mencionado funcionario. La intención del director de GLP era la de controlar los aerosoles desde su fabricación hasta el punto final de comercialización porque, según argumentaba, el departamento estatal que dirigía se encargaba de controlar todo aquello que utilizara el gas licuado de petróleo. En un rapto de ingenio, uno de los integrantes de la mesa le respondió con sagacidad: “Usted controla el GLP, pero una vez que este ingresa al envase se convierte en un producto que puede ser un insecticida, un desodorante u otro, y eso ya es supervisado por otros organismos”. Martínez hizo un silencio y -como digo yo- quedó pedaleando. En ese instante surgió, entonces, la necesidad de contar con una norma específica para plantas de aerosoles ya que, hasta ese momento, nuestro sector se regía por las normas garraferas emitidas por Gas del Estado.

A partir de esa experiencia, nos formamos como Grupo de Envasadores de Aerosoles (GEA) y comenzamos a reunirnos periódicamente, primero continuamos en el sótano del hotel y luego nos mudamos a las instalaciones de CADEA, aunque con reglas propias. Por ejemplo, en cada encuentro, la coordinación y la secretaría debía ser rotativa. Con el paso del tiempo, por su eficacia y por el dominio de todos los temas que se trataban, Enrique Torres terminó afianzándose en esa tarea, que después continuaría ejerciendo en los inicios de UADA.

Desde ese día hasta que nos independizamos, siempre trabajamos con humildad y respeto por la institución. Informamos cada movimiento a las autoridades de CADEA y nunca tuvimos la intención de romper, incluso hasta el punto de tolerar que Beramendi, en una oportunidad, no nos permita el ingreso a la Comisión Directiva para informar nuestro accionar debido a que no habíamos dado aviso previo. Beramendi era un empleado pronto a retirarse, pero era el presidente y tenía el respaldo de una multinacional como Unilever. Nosotros teníamos, en aquel entonces, el “complejo de las empresas chicas”, hoy ya superado. Solían minimizarnos al punto de querer reducirnos a una comisión.

Tras la salida de Beramendi, asumió la presidencia el Ing. Pablo Oeyen (IPSA). Durante su mandato seguimos manteniendo los encuentros de GEA. Por aquel entonces había surgido un nuevo problema, en este caso con una materia prima: DDVP. Se había prohibido su uso y se ofrecía un período de tiempo muy breve para sustituirla. Desde GEA le pedimos a CADEA que solicite una prórroga en ANMAT y una reunión con su titular, el Dr. Carlos Chiale. La Comisión Directiva le delegó la gestión al entonces vicepresidente, José Ferrari, de SC Johnson. Sin embargo, el tiempo transcurrió y la tarea jamás fue realizada. Ante la ausencia de respuestas, con el Dr. Rubén Barbone (Aerosoles Síntesis) conseguimos el encuentro con el Dr. Chiale por nuestra cuenta y obtuvimos la prórroga por un año.

Mientras todo sucedía, nosotros ya habíamos comenzado a trabajar en la norma. Se la encargamos al Ing. Bressan, como técnico instalador, bajo la supervisión, por parte de los llenadores, del Ing. Fabián Soto, en ese momento socio de Margarita Borthelle en Delma (hoy Aerodym).

En todo ese interín, se desarrollaba una fuerte interna en CADEA, de la cual yo fui partícipe. El Ing. Oeyen transitaba el último tramo de su segundo mandato presidencial y yo era su vice. Por esos días, Beramendi era el secretario de CADEA. Todos dentro de la cámara sabían que tenía la intención de presentarme como candidato a la presidencia y contaba con el apoyo de las personas que integraban la Comisión Directiva. Tres meses antes de la elección de autoridades, mantuve dos almuerzos para informar sobre mi postulación, con la gente que consideraba más cercana: uno con el Sr. Ricardo Fascetto(Sintaryc) y el Ing. Oeyen; el otro con el Dr. Rubén Tordini (Válvulas Precision) y el Dr. Ángel Rasgido (Ball Argentina).

Frente a la posibilidad de que yo sea la continuidad de Oeyen, Beramendi presentó, con un mes de anticipación, como candidato al Dr. Rasgido. El apoyo de Unilever y de SC Johnson resultó determinante ya que, a partir de ese instante, se subordinaron todos sus proveedores y se confeccionó una lista con cargos impuestos.

Ante la presentación de la nómina, nos ofrecieron lugares que no fueron aceptados debido a que la mayoría de los aerosolistas no iban a estar presentes en el Comité Ejecutivo -solo yo-. Por lo tanto, no se aseguraba una adecuada representación del sector tercerista. Sin embargo, a pesar del rechazo, algunos aerosolistas debieron aceptar la participación para que CADEA pudiera finalmente presentar una lista que cubra todas las vacantes. Por primera vez en la historia, se tuvieron que repartir dos o tres cargos por empresa para conseguir completar la comisión directiva. Finalmente, el Dr. Rasgido resultó electo como presidente y el Dr. Tordini como secretario.

A pesar de todo lo relatado, continuamos siendo socios de CADEA y avanzamos con la norma. La nueva conducción de la cámara se había comprometido a asumir el costo económico del proyecto. Sin embargo, cuando llegó el momento de abonar los 5 mil dólares correspondientes, CADEA se negó a hacerlo. Sin pedir ni dar explicaciones, todos los miembros de GEA aportaron para cubrir el compromiso.

Todo lo sucedido nos motivó a tomar la decisión de crear UADA. Nos dimos cuenta de que hablábamos un idioma distinto y no nos sentíamos representados por CADEA. De esta manera, nos sentamos en una mesa la Dra. Gabriela Mazzeo (Aerofarma), Enrique Torres (Aerosoles y Servicios), Juan Selvatici (Aerojet) y yo junto al presidente y el secretario de CADEA. Allí, frente a la noticia de la creación de UADA, el titular de la institución a la cual todavía pertenecíamos enunció una frase que nunca olvidaremos: “Me parece bien (la formación de UADA) porque cuando yo tengo problemas con la hojalata me dirijo a CAFEMYA (Cámara Argentina de Fabricantes de Envases Metálicos y Afines)”.

Incluso una vez iniciado el trámite en Persona Jurídica, ninguno de nosotros había dejado de ser socio de CADEA. Yo fui el primero en irme luego de una desagradable situación, que me afectó en lo personal, vivida durante la Convención Anual del Instituto Mexicano del Aerosol (IMAAC) en Puerto Vallarta, en septiembre de 2015. Allí, CADEA envió una nota a los organizadores del evento y a las autoridades de la Federación Latinoamericana del Aerosol (FLADA) con un mensaje que afectaba mi carácter de representante por UADA. Tras mi renuncia, me siguió solidariamente la Dra. Gabriela Mazzeo.

Conclusión: la culpa fue de todos

Hoy, muchos me preguntan si es posible una unión entre UADA y CADEA. Mirando hacia atrás, puedo asegurar que nuestra institución ha avanzado y consolidado un proyecto con su impronta y sus logros: el Aerosólogo, la Peña del Aerosol, la participación en instituciones de segundo y tercer grado, entre otras. Esto le proporciona una madurez dirigencial a todos los que formamos parte de esta entidad. Hoy UADA no tiene nombre propio. No es más “la cámara de…”.

La fuerza de UADA es la solidez de su equipo, no solo por el conocimiento sobre los temas tratados sino, también, por el estrecho vínculo entre sus miembros, que tienen el orgullo de pertenecer a la institución.

A partir de los diálogos protagonizados por la presidenta de UADA, Dra. Gabriela Mazzeo, y su par de CADEA, Sr. Mariano Santacroce, todo es posible. Mi experiencia me permite sostener que no es posible llevar adelante una institución si no se cuenta previamente con un proyecto. En lo personal, creo que se puede trabajar en conjunto sobre problemáticas comunes, con reglas claras y duraderas, y superando la grieta del pasado. El tiempo y la decisión de las empresas, más allá del trabajo de los dirigentes, dirá cuál será el camino a seguir.

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