Recuperadores de Envases
Recuperadores de Envases

Nos vamos a remontar en esta historia a las décadas de 1960 y 1970. En esa época no existía el plástico así que los productos de cosmética capilar venían envasados en envases de vidrio. No estaban los basurales planificados. Existían las llamadas quemas.

Geográficamente, las principales estaban ubicadas a ambos lados del Riachuelo donde los camiones de residuos volcaban todo tipo de basura y luego esta se quemaba a cielo abierto. Allí vivían los llamados cirujas que seleccionaban distintos materiales para luego venderlos por unas pocas monedas a los recuperadores organizados. Hoy, se ven todavía galpones que compran cobre, aluminio, cartón, acero, plásticos, entre otros materiales.

El reciclado en nuestro país comenzó hace más de 80 años (en realidad, a partir de la Primera Guerra Mundial). Algunos elementos no solo se reciclaban, sino que también se recuperaban. Algunos, entonces, pusieron lavaderos. Así, los laboratorios de cosmética se abastecían de envases para las cremas y shampoo líquido y cremoso. Otros recuperadores competían con las vidrierías Papini y Rigolleu, especialistas en la fabricación de ese tipo de envases. Era común, en ese entonces, que los salones de peinado recibieran los shampoo y los sprays en botellas de litro de wishky Old Smuggler.

Volviendo a los orígenes, para algunos empresarios aerosolistas de hoy, en aquellos años los envases y las válvulas tenían un valor inaccesible. Estas últimas eran importadas y los fabricantes de envases ponían exigencias de cantidad para vender volúmenes irrisorios para el mercado actual. Entonces, a alguien se le ocurrió -no se sabe a quién- solicitar a los recuperadores que junten aerosoles. Es así que el Turco Alí, el pionero de La Tablada, y los hermanos Marino, en Villa Soldati, perfeccionaron el proceso de lavado y desencrimpado de los envases de diámetro 65. Los litografiados los despintaban con una solución con cresílico y el desencrimpado lo hacían manualmente con un alicate de esos que usan los electricistas para pelar cables. Para estas operaciones tenían mucha práctica. Con dos movimientos extraían las válvulas sin dañar el rulo. Los Marino y el Turco Alí entregaban los envases a domicilio perfectamente envasados en bolsas como las que se usan para transportar las cebollas.

Más tarde, a los Marino y al Turco Alí se le agregaron otros recuperadores no tan confiables como los primeros. Eran épocas donde las costuras de los envases eran soldadas con estaño. Convivían en ese mercado Centenera (hoy INESA), FormaMetal (hoy Ball) y Pheridon (hoy desaparecida). Más tarde se incorporó Crown.

Si bien no tenemos claro a quién se le ocurrió recuperar los envases de la quema, si podemos decir que el primer recuperador de sus propios envases fue Roberto Úngaro para su marca Roby (el nombre surge de su apodo) cuyos comienzos fueron en 1963. Él vendía su spray para el pelo (hoy, rocío fijador) en los salones de peinado y solicitaba que le devuelvan los envases para volver a rellenarlos. Estos son comienzos que no deben avergonzarnos porque es así como se construyó toda la Industria Argentina porque hasta empresas internacionales que se instalaban en aquella época para fabricar cera envasaban de forma precaria. Tan así era que lo hacían con una regadera, pero esa es otra historia. La nuestra sigue en el próximo número.

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