Nieve Fournasier
Nieve Fournasier

En ediciones anteriores del Aerosólogo hemos narrado parte de la historia de la nieve en aerosol. Pero, a días de las fechas de carnaval en Argentina, este producto tan querido vuelve a tener un lugar estelar en esta sección, en esta oportunidad a través de uno de sus más grandes protagonistas y pioneros, Luis Fournasier.

En 1969, Fournasier trabajaba con su padre en la empresa Cosmibell. Ese año surgió una de las primeras marcas de nieve en aerosol: Festival de la Nieve. “Con la tecnología de aquella época fabricar 5 mil aerosoles por día era una cosa sumamente importante. Y capaz ni llegábamos a eso. La máquina más moderna que teníamos era una manual de JC. Era el último grito de la moda; hoy son máquinas que sirven solo para hacer ensayos”, recordó sobre la producción en aquellos primeros años.

Dos años más tarde luego de ese intento inicial, Cosmibell comenzó a fabricar una marca que, festejo tras festejo, se ganaría un gran reconocimiento en el mercado aerosolista: Cosminieve. En ese momento, se llenaban envases de seis onzas (180 cm3) y de nueve onzas (240 cm3), “la nieve grande”. Poco después, algunas compañías comenzaron a utilizar el histórico envase de 16 onzas (440 cm3). Conseguir esos recipientes -rememoró Fournasier- era más simple que en la actualidad porque “había estabilidad, una gran financiación y no había escasez”. Sobre este tema, explicó: “Cuando comprábamos, los proveedores nos financiaban mucho y nosotros también lo hacíamos con nuestras ventas. Esto sucedía porque no había carreras económicas en la calle. Vivíamos más tranquilos. Hoy, en cambio, cuando vendemos 5 mil cajas hay que salir corriendo a reponer materiales porque no sabemos si la semana que viene los vamos a tener o cuanto los vamos a pagar”.

En los inicios, la producción de nieve de carnaval en aerosol tuvo también momentos de zozobra. En 1976, el comienzo de la dictadura cívico-militar significó el fin de los corsos. Esto tuvo un fuerte impacto negativo sobre una de las principales fuentes de consumo de este producto. A esto se sumaron algunos años donde el clima tampoco acompañó en los meses de temporada. Por este tipo de situaciones, Fournasier definió a la nieve como “uno de los productos de mayor riesgo”. Sin embargo, matizó: “También tiene una gran rotación y consumo porque, en una noche, una persona puede consumir dos o tres aerosoles.

La nieve en aerosol también tiene una rica historia en cuanto a los componentes de su fabricación. Las primeras versiones se hacían con el gas freón 12. Al no existir controles tan estrictos, quienes llenaban este producto pasaron a utilizar gas butano. Sin embargo, este último componente fue prohibido por generar inflamabilidad y debieron volver a utilizar freón 12. En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, uno de los hitos en el cuidado del medio ambiente. Como resultado, el freón 12 también quedó prohibido.

Frente a la imposibilidad de utilizar los dos gases mencionados anteriormente, Fournasier y el Ing. Amaya -al cual el protagonista de esta historia recordó “con mucho afecto como un colaborador honesto y de grandes conocimientos”- presentaron una nueva fórmula. Para eso, hicieron uso del HCFC R 22, permitido por el Protocolo por ser mucho menos agresivo para la capa de ozono que el CFC 12 (95 por ciento menos). Pero, como el HCFC R 22 tenía una presión excesiva, desarrollaron una mezcla de este con propano butano de modo de llegar a una presión apta para los envases. Estos componentes de llenado perduraron casi hasta nuestros días.

El notable incremento en el uso de los HCFC hizo que, pese a su menor daño unitario a la capa de ozono, la cantidad utilizada genere un gran peligro para la misma. Por esta razón, el Protocolo de Kyoto y las revisiones al de Montreal generaron normas para disminuir paulatinamente el uso de los HCFCs, entre los que se encontraba el R 22. Si bien a partir de 2015 era obligatorio disminuir al 90 por ciento lo que se había consumido en 2013, la industria aerosolista se reconvirtió y dejó de utilizar casi totalmente el R 22 a partir del año en el cual la exigencia era disminuirlo solo en un 10 por ciento. El reemplazo fue por el HFC 134 a, propelente totalmente inocuo para la capa de ozono.

A lo largo de los años que tiene la fabricación de nieve en aerosol en Argentina muchas marcas han surgido y muchas otras han desaparecido. Este valoriza aun más lo conseguido por Cosminieve que, con sus 46 años el mercado, está más viva que nunca y sigue teniendo el reconocimiento de los colegas y, sobre todo, de los consumidores.

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