Juan de Dios Rodríguez (Anécdota Tangalanga)
Juan de Dios Rodríguez (Anécdota Tangalanga)

Juan de Dios Rodríguez ha recorrido una larga historia en la Industria del Aerosol. Y a lo largo de todos esos años de intenso trabajo ha conocido gente de todo tipo, entre ellas personalidades muy coloridas, y ha generado una inmensa cantidad de anécdotas. Tal vez la más peculiar de esas personas se la cruzó cuando compró Deadoro y se hizo cargo de la crisis de esa empresa. “Me acuerdo que nuestro principal cliente era ODOL por los pomos de pasta dental y también por los aerosoles”, comenzó Juan de Dios a relatar la historia. Lo curioso, sin embargo, era quien era el comprador de ODOL. Su nombre era Julio de Rissio, mejor conocido como Dr. Tangalanga.

El Dr. Tangalanga fue un reconocido humorista argentino cuya especialidad eran las bromas telefónicas. Como cómico hizo presentaciones por toda América Latina y Estados Unidos y editó una multiplicidad de casettes con sus bromas. Falleció el 26 de diciembre de 2013.

La relación entre Juan de Dios Rodríguez y quien más tarde se convertiría en un famoso comediante a partir de su habilidad para realizar bromas telefónicas no comenzó en ODOL sino un tiempo antes. “A Rissio lo echaron de Colgate Palmolive. Él era comprador ahí y yo le vendía hojalata para el polvo limpiador Odex. Compraba mucha hojalata para la tapa y el fondo. Después hubo una disputa interna en la empresa y lo echaron”, relató. De todas maneras, el período de desocupación, según recordó Juan de Dios, duró tan solo un instante. “Ni bien lo despidieron, Berlín, el dueño de ODOL, lo llamó a De Rissio y le dijo: Sé que te echaron en Colgate, vení a trabajar conmigo”.

Una vez en el nuevo empleo, Julio de Rissio continuó su relación laboral con Juan de Dios Rodríguez. Así, este último pudo conocer más a fondo y describir la personalidad del hombre que se convertiría luego en el Dr. Tangalanga. “Era un gerente de compras que negociaba precios; cuando ya te exprimía, te hacía sacar la lengua afuera, y te hacía bajar todo y más también, te pedía una donación. Si uno le decía que no, que ya le había sacado todo, le respondía que se pudría todo entonces. Vos tenías que ceder algo”. Así era De Rissio en su actividad comercial. Pero, como todos sabemos, esa no era su única faceta. Tenía otra más divertida y que, en sus comienzos, también fue solidaria. Esta última parte marcaría lo que sería el futuro de uno de los comediantes más reconocidos de nuestro país. “Tenía el hobbie de grabar conversaciones telefónicas. Empezó porque había un chico que estaba en el hospital con una enfermedad terminal y, entonces, él le llevaba una grabación para hacerlo reír. En ese momento no existían los adelantos técnicos para grabar que hay hoy. Él ponía como un chupete (instrumento que sirve para grabar conversaciones telefónicas) en el teléfono y hacía las bromas. Y empezaban los insultos en cadena: el insultaba a uno, el otro lo insultaba a él y así. Una cosa de lo más graciosa”.

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