Roberto Tito Panagópulo
¿Un amigo? ¿Un luchador? ¿Un notable e innovador mecánico? ¿Un empresario dinámico y exitoso? ¿Una excelente persona? Todo eso y con el valor agregado de haber comenzado a trabajar desde sus más jóvenes años junto a su familia de origen, a quienes conocí, humildemente y desde muy abajo, pero con enorme tesón y visión… ¡ese conjunto es (porque Tito no se fue) este querido ser humano y su huella es imborrable!
En un inicio, junto con muchos de mis colegas de similares comienzos en esta industria, lo cruzábamos cuando comprábamos envases en el bajo Flores. En esas épocas pioneras y con empresas con capitales mínimos, era común que los fabricantes usábamos envases recuperados: potes, botellas de vidrio, envases de aerosol.
Comenzó como empresario con una envasadora de aerosoles muy rudimentaria en la calle Arieta, en San Justo, donde formulaba, dosificaba y crimpaba, enviándolos luego a gasificar en plantas de Gas Licuado de Petróleo (GLP), como lo hacíamos algunos de nosotros. Su inventiva sin límites lo llevó a fabricar una encrimpadora modular de doble efecto a partir de rezagos de motor de avión: cedió generosamente su desarrollo de inventor a quien lo necesite. Y que se continúa hoy usando en muchas plantas.
Un fabricante de válvulas llamado Majersky, que producía válvulas semi-artesanalmente, fallece en los 80. Sumado a esto, la empresa licenciataria para la fabricación de las válvulas VCA en Argentina renuncia a ese emprendimiento.
Con la “zanahoria” de fabricar válvulas para aerosoles de exclusivo capital nacional, se gestó la siguiente anécdota:
Francisco Spinoso, uno de los titulares de la empresa Aerosoles Hecspi, entre las decanas en la historia argentina del aerosol, se acercó hasta la casa de la viuda del señor Majersky para adquirir la maquinaria y poder fabricar válvulas. Mientras que esperaba que lo atienda la señora, llega Tito con la misma intención. El señor Spinoso le cede el lugar con el siguiente comentario: “Tito, te lo dejo a vos que va estar en mejores manos, ¡vos conoces de fierros mucho más que yo”! … ¡Una verdadera pena no haber podido filmar este rico episodio para ser atesorado!
Tito se involucró en esta enorme tarea adquiriendo las maquinarias de esas dos empresas y partiendo de un trabajo casi manual, puso en juego su descollante empuje y enorme inventiva, dándole a su incipiente emprendimiento un impulso colosal.
Comenzó en esa casa de Arieta, donde Tito estuvo al pié de cada máquina, proceso y preparando a las personas, haciendo de gerente general y llegando hasta el más simple tornillo involucrado. Supo además enriquecerla con gente idónea o que él formó personalmente. Sus ideas precursoras en lo mecánico y lo administrativo, junto con su esfuerzo que no conoció descanso, activaron el crecimiento de la empresa hasta llegar a lo que es hoy la señera planta de la calle San Pedro, en Tablada. La misma produce hoy múltiples productos de excelencia, incluyendo válvulas para aerosol reconocidas internacionalmente y con una filial en Brasil.
Pero lo irradiado por este múltiple ser humano permite que pueda agregar que Tito:
Esto muestra una sucinta pero rica semblanza, la de un Roberto “Tito” Panagópulo que nos ha dejado profundas enseñanzas, que lo mantendrá entre todos los que formamos la Unión Argentina de Aerosolistas.
Y con la familiaridad que pregonó y supimos tener, me atrevo a expresarlo con el lenguaje que nos dispensamos entre los amigos: ¡Tito, una persona digna por la cual hay que sacarse el sombrero!
José Luis Zito